La red psicosomática

Un eslabón crucial en el cuadro [de la salud integrada] fue proporcionado a mediados de los ochenta por la neurocientífica Candace Pert y sus colegas en el Instituto Nacional de Salud Mental de Maryland, en los EEUU. Estos investigadores descubrieron que un grupo de moléculas, llamadas péptidos, son los mensajeros moleculares que facilitan la conversación entre los sistemas nervioso e inmunológico. De hecho, Pert y sus colegas han encontrado que estos mensajeros interconectan tres sistemas distintos -nervioso, inmunológico y endocrino- en una sola red.

En la imagen tradicional estos tres sistemas están separados y tienen funciones diferentes. El sistema nervioso, constituido por el cerebro y una red de células nerviosas que abarca todo el cuerpo, es la sede de la memoria, el pensamiento y la emoción. El sistema endocrino, constituido por las glándulas y las hormonas, es el sistema regulador principal del cuerpo, el cual controla e integra varias funciones corporales. El sistema inmunológico, constituido por el bazo, la médula ósea, los nodos linfáticos y las células inmunológicas que circulan a través del cuerpo, es el sistema de defensa del cuerpo, responsable de la integridad de los tejidos y de controlar los mecanismos de curación de heridas y reparación de tejidos.

De acuerdo con esta separación, los tres sistemas son estudiados por tres disciplinas diferentes -la neurología, la endocrinología y la inmunología. Sin embargo, las investigaciones recientes sobre péptidos han mostrado de una forma dramática que estas separaciones conceptuales son meras creaciones históricas que ya no pueden mantenerse. Según Candace Pert, los tres sistemas deben verse como una única red sicosomática.

Los péptidos, una familia de sesenta a setenta macromoléculas, fueron estudiados originalmente en otros contextos y recibieron nombres diferentes: hormonas, neurotransmisores, endorfinas, factores de crecimiento, etc. Llevó muchos años el reconocer que en realidad forman una sola familia de mensajeros moleculares. Estos mensajeros son cadenas cortas de aminoácidos que se fijan a receptores específicos que existen en abundancia en las superficies de todas las células del cuerpo. Al ligar a las células inmunológicas, las glándulas y las células del cerebro, los péptidos forman una red sicosomática que se extiende por todo el organismo. Los péptidos son la manifestación bioquímica de las emociones; juegan un papel crucial en las actividades coordinadoras del sistema inmunológico; ligan e integran las actividades mentales, emocionales y biológicas.

A principio de los ochenta comenzó un dramático cambio de percepción con el polémico descubrimiento de que ciertas hormonas, que se suponía que eran producidas por glándulas, son péptidos y son también producidas y almacenadas en el cerebro. A su vez, los científicos encontraron que un tipo de neurotransmisores llamados endorfinas, las cuales se pensaba que sólo eran producidas en el cerebro, también son fabricados en las células inmunológicas. A medida que se identificaban más y más receptores de péptidos, se vio que prácticamente cualquier péptido conocido es producido en el cerebro y en varias partes del cuerpo. Candace Pert dice: “Yo ya no puedo hacer una distinción tajante entre cerebro y cuerpo.”

Los péptidos del sistema nervioso son producidos en las neuronas y viajan a lo largo de los axones (ramas largas de las células nerviosas) para ser guardados en pequeñas bolsas en la punta, donde esperan a las señales adecuadas para ser liberados. Estos péptidos juegan un papel fundamental en las comunicaciones en todo el sistema nervioso. Tradicionalmente se pensaba que la transferencia de impulsos nerviosos ocurría en los huecos entre neuronas adyacentes, llamados “sinapsis”. Pero este mecanismo han resultado ser de importancia limitada, y es usado principalmente para la contracción muscular. La mayoría de las señales que vienen del cerebro se transmiten por medio de los péptidos producidos por las neuronas. Al fijarse en receptores alejados de las neuronas que los originaron, estos péptidos actúan no sólo a lo largo de todo el sistema nervioso, sino también en otras partes del cuerpo.

En el sistema inmunológico, los glóbulos blancos de la sangre no sólo tienen receptores para todo los péptidos, sino que también hacen péptidos ellos mismos. Los péptidos controlan los patrones de migración de las células inmunológicas y todas sus funciones vitales. Es probable que este descubrimiento, como aquellos de inmunología cognoscitiva, generen aplicaciones terapéuticas muy interesantes. De hecho, Pert y su equipo descubrieron recientemente un nuevo tratamiento para el SIDA, llamado Péptido T, sobre el cual se tienen grandes esperanzas. Los científicos hicieron la hipótesis de que la enfermedad de SIDA está basada en una ruptura de la comunicación de los péptidos. Ellos descubrieron que el HIV entra en las células a través de receptores de ciertos péptidos, interfiriendo de esa manera con las funciones de toda la red, y diseñaron un péptido protector que se fija a esos receptores y así bloquea la acción del HIV. (Los péptidos ocurren en forma natural en el cuerpo pero también pueden ser diseñados y sintetizados.) El Péptido T imita la acción de un péptido que ocurre naturalmente y por consiguiente es completamente atóxico, a diferencia de todos los otros medicamentos contra el SIDA. Esta droga está actualmente pasando por una serie de ensayos clínicos. Si se demuestra que es eficaz, podría tener un impacto revolucionario en el tratamiento del SIDA.

Otro aspecto fascinante de la red sicosomática recientemente reconocida es el descubrimiento de que los péptidos son la manifestación bioquímica de las emociones. La mayoría de los péptidos, si no todos, alteran la conducta y los estados de ánimo, y los científicos suponen que cada péptido puede evocar un “tono” emocional único. El grupo entero de sesenta a setenta péptidos puede constituir un lenguaje bioquímico universal de las emociones.

Tradicionalmente los neurocientíficos han asociado a las emociones con áreas específicas del cerebro, notablemente con el sistema límbico. Esto es correcto. Resulta que el sistema límbico está muy enriquecido con péptidos. Sin embargo, no es la única parte del cuerpo donde se concentran los receptores de péptidos. Por ejemplo, todo el intestino está cubierto con receptores de péptidos. Es por eso que “sentimos en las tripas”. Literalmente sentimos nuestras emociones en el intestino.

Si es verdad que cada péptido interviene en un estado emocional particular, esto significaría que todas las percepciones sensoriales, todos los pensamientos y, de hecho, todas las funciones corporales están emocionalmente coloreadas, porque todas involucran a los péptidos. De hecho, los científicos han observado que los puntos nodales del sistema nervioso central, que conectan a los órganos sensorios con el cerebro, están enriquecidos de receptores de péptidos, los cuales filtran y priorizan las percepciones sensoriales. En otras palabras, todas nuestras percepciones y pensamientos están coloreados por emociones. Esto es también, por supuesto, nuestra experiencia habitual.

El

descubrimiento de esta red sicosomática implica que el sistema nervioso no está, como se creía, jerárquicamente estructurado. Como dice Candace Pert, “los glóbulos blancos de la sangre son pedazos del cerebro que flotan a lo largo del cuerpo.” En última instancia esto implica que la cognición es un fenómeno que se extiende a lo largo de todo el organismo, operando a través de una intrincada red química de péptidos, que integra nuestras actividades mentales, emocionales y biológicas.

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