Música y trance en el antiguo Egipto

A partir de los datos podemos afirmar que la música en el Egipto antiguo era utilizada con las siguientes finalidades: sincronización de actividades motoras o cinegéticas (cosecha, siembra, vendimia, pisar la uva, remar, cazar, desfilar, etc.); memorización y exposición de grandes cantidades de textos largos (narración de historias, transmisión de mitos, etc.); representación de valores articulatorios de un lenguaje mágico (comunicación con lo oculto y actuación sobre ello); aumento de la descarga emocional (plañidos); amenización de actividades sociales, (alarde técnico o expresivo en banquetes, fiestas, etc.); apoyo propagandístico; agrado de los dioses, mediante la alabanza o exaltación de sus cualidades, para la propiciación (buena caza o pesca, buena cosecha, buen destino,…); adorno o soporte del acto dramático (teatro y danza); y provocación, conducción o facilitación del trance (ritos funerarios, de paso o iniciáticos, curación o alivio terapéutico). Sobre esta ultima nos centraremos seguidamente, por ser la menos conocida.

Para los antiguos habitantes del país de las pirámides, la categoría música parece haber estado centrada en unos prototipos muy claros a lo largo de los siglos: la idea de *agrado para la propiciación*, la idea de *perfección* y la idea de *ritmo y organización del tiempo*. Sin embargo, existía un elemento que para el egipcio era “música” que nosotros nunca hubiéramos ubicado a priori en esa categoría, algo que podríamos sólo intentar aproximar como “lo que produce movimiento e induce a la transformación”.

Tal vez la más llamativa de las finalidades de la música que podemos postular para el Egipto antiguo a lo largo de su historia y partir de los datos fué la provocación, conducción o facilitación del trance en los ritos funerarios, de paso o iniciáticos, o en la curación o alivio terapéutico.

El fenómeno de trance

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Sacerdote Sem en trance (tumba de Rejmira)

Uno de los elementos culturales principales relacionado con la música es la religión y, dentro de ella, es muy común la búsqueda de estados extáticos y de arrebatos místicos emocionales. La música posee una capacidad esencial de codificación y modificación de la sensación de tiempo que permite “crear otro mundo” basado en un tiempo virtual, facilitando los objetivos religiosos. Sin embargo, quisiéramos hacer aquí algunas consideraciones acerca de esta potencialidad de la música, pues nos parece que debió de cumplir un importante papel principalmente en los ritos funerarios en el Egipto antiguo y simultáneamente creemos que se acerca en alguna medida a uno de los conceptos principales, si no el fundamental, que encerraba la música para el antiguo egipcio.

El trance es una condición similar al sueño en la que la persona tiene respuestas mínimas a los estímulos y el conocimiento de lo que sucede. Los trances son comunes en la hipnosis y en los estados de histeria. Aunque el estado de trance requiere de ciertas predisposiciones innatas existen entrenamientos individuales, basados en el cultivo de la imaginería mental [1], que pueden favorecerlo, aprender a desarrollarlo y controlarlo. Creemos que tales entrenamientos pudieron haber sido objeto de cierto tipo de sacerdotes egipcios como el Sem o Setem o a veces de las sacerdotisas denominadas Semet.

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Sacerdote Sem en posición fetal (tumba de Montuhirjepeshef)

En efecto, su iconografía, sus representaciones, parecen vincularlo con viejas tradiciones de amplia raigambre africana, semejantes a las chamánicas. Actuaba en las ceremonias fúnebres con funciones muy importantes y precisas, que al principio de la historia egipcia probablemente eran auténticas y que con el paso de los siglos pasaron seguramente a ser representativas o simbólicas. Al parecer, durante la ceremonia llamada de “apertura de la boca” tenía como una de sus funciones el entrar en trance para ir en busca del desorientado ka del fallecido y acompañarlo de vuelta al lugar de la ceremonia. Generalmente, en las culturas chamánicas, la música utilizada para este tipo de actividad es o bien de carácter rítmico –pues automatiza los sentidos y permite una mejor concentración interna– o bien de carácter melódico –a través del canto de boca cerrada sin textos que puedan distraer la atención del sacerdote respecto a sus funciones– o de ambas categorías y modos mezclados.

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Sem en dos fases de trance (tumba de Dyehutmesy)

La descripción que la psicología ofrece del trance extático es que es un estado extraordinario de consciencia despierta, semejante al “duerme-vela”, en el que el individuo, a partir de un determinado sentimiento intenso, se abisma en su interior desconectándose del mundo externo en diversa medida y dirigiendo la conciencia despierta hacia dimensiones subjetivas del mundo mental en un proceso que acaba desembocando en un estado cognitivo alternativo de cierta estabilidad. Desde el punto de vista médico el trance extático viene acompañado por una aparente disminución de la percepción y sensibilidad corporal externas y una merma de la movilidad. Esto quizá pueda estar relacionado con el hecho de que en algunas representaciones puede verse a los sacerdotes en trance inmóviles en alguna variante de la posición fetal realizando su rito.

Relación de la música egipcia con el trance

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Las instrumentos tipo sonajero, como el sistro, han sido los principales usados por los chamanes hasta nuestros días

La música no es componente indispensable para la provocación del trance –pues puede ser educado para la autoinducción– sino que actúa en cierto modo y básicamente como “un reflejo condicionado por un proceso de enculturación”. El etnopsiquiatra Wolfgang Jilek mostró que el sonido de los tambores de piel de ciervo de los ritos iniciáticos y extáticos salish dominan las frecuencias de 4 a 7 Hz [2], que son equivalentes a las Ondas Theta (z) de los electroencefalogramas, las que el cerebro emite en las fases de sueño. Sin embargo, el trance también sucede cuando los instrumentos producen frecuencias más altas, lo que nos induce a pensar que las ondas de baja frecuencia favorecen los trances extáticos pero no son su causa.

El uso de sistros y sonajas con una presunta función apotropaica es algo que se cita una y otra vez en los trabajos egiptológicos. Sin embargo, la función psicológica religiosa que en ciertas condiciones produce el ruido de los chasquidos rítmicos es de una mayor pertinencia para la eficacia religiosa ceremonial –además de ser una realidad empírica– de lo que pudiera serlo una función cultural alejadora de malas influencias invisibles. En efecto, Jung decía que el ritmo repetitivo es uno de los caminos para despertar la emotividad y que la música de ritmo intenso y marcado debería pues ser adecuada para el trance. Con ello no queremos decir que sistros y menats, por ejemplo, sólo hayan podido utilizarse para facilitar estos estados anímicos. Simplemente queremos apuntar esta otra posibilidad, más que probable, de influencia psicológica, psicopómpica en este caso, con mayores y mejores evidencias, utilizada incluso aún hoy día en todas las culturas que hacen uso del trance extático en el que está presente la música a través de maracas, panderetas y sonajas de todo tipo.

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Sacerdote Sem oficiando delante de Isis que toca el sistro y sostiene un menat (Templo de Sety I, Abydos)

Junto a los fenómenos de trance extático siempre han estado presentes elementos catalizadores que los facilitan cuando éstos tienen un objetivo determinado [3]. El uso de psicotrópicos y alucinógenos en estos contextos ha sido habitual pero no son éstos los únicos elementos pertenecientes a esta categoría de auxiliares. De todos ellos, tal vez los más naturales y fáciles de aprender y utilizar sean

1) los sahumerios,
2) las modificaciones de la respiración que conducen a ciertos estados de hipoxia cerebral,
3) la saturación de las percepciones o su deprivación máxima
4) largas vigilias
5) y el debilitamiento físico mediante rígidos ayunos.

Por todo ello, el canto religioso mantenido del modo en que se hace en oriente o en la propia iglesa copta –esto es, con melismas [4] larguísimos que apenas dejan tiempo para respirar brevemente– conduce de modo natural a estados próximos al trance. Si a ello le añadimos que el fenómeno puede ser condicionado culturalmente y que, además, el uso de determinados ritmos repetitivos agitados en sistros y sonajas favorece la consecución de ambientes adecuados para que la conciencia se abisme en el trance, comprenderemos lo habitual que éste pudo haber sido en los contextos religiosos egipcios donde se cantaban textos mientras se agitaban sistemáticamente los sistros con las mismas disposiciones que aún en nuestros días se siguen en varios cultos.

Este tipo de fenómeno no se reducía sólo al contexto funerario habitual sino que también se extendía a aquellas situaciones culturales donde el sujeto era considerado como un difunto viviente, presto a nacer a un nuevo estado, tal como ocurre en los ritos de paso. Las narraciones clásicas apuntan a un uso iniciático de este tipo de recursos como prueba lo descrito en la narración de Lucio Apuleyo, sacerdote africano de Isis, en época grecorromana. En Las Metamorfosis este autor describe el adiestramiento de Lucio en el templo de Isis, tal como seguidamente pasamos a describir.

Yunmutef y sistros (82044 bytes)

Sacerdote Yunmutef y dama agitando el sistro (Papiro de Ani)

Uno de los ancianos del templo envía al protagonista a la biblioteca a por un papiro en el que se dan las instrucciones. Lucio se purifica en el lago sagrado mientras vierten agua sobre su cabeza. Ante la estatua de Isis en el santuario, en una situación solemne y grandemente emotiva, se le revelan una serie de enseñanzas que puede que quizá fuesen simbólicas o quizá tratasen de un inicial adiestramiento sobre las técnicas de favorecimiento del trance (respiración y concentración en determinadas imágenes) que más tarde debería utilizar para la obtención de las visiones reveladoras en la epopteia, aunque tal información en esos momentos no era necesariamente imprescindible. Tras esto, Lucio ayuna durante 10 días y luego se repite la primera ceremonia para instruirle en las enseñanzas más profundas. Es posible que en esta fase se le explicase el camino que debía seguir en el estado de trance y cómo reaccionar en cada situación. Acto seguido se le lleva a la parte más recóndita del templo donde puede respirar el incienso y oye los cantos de un coro de sacerdotes durante un tiempo. Estos dos elementos son decisivos: la exposición a una sustancia fumigada, posiblemente alucinógena pero en todo caso reductora del oxígeno en la sala, y al canto, elemento externo conductor, ambos favorecedores del estado de trance ya facilitado por la debilidad del ayuno. El mismo Lucio describe entonces

«Estuve cerca del confín de los muertos. Pisé el umbral de Proserpina y fuí conducido más allá de los elementos. En medio de la tiniebla nocturna ví brillar el sol con un resplandor deslumbrante, y cuando subí a donde los dioses y descendí hasta ellos, ví sus rostros y los adoré cara a cara [5]».

Esta descripción hace pensar a muchos autores que la sala en que estaba Lucio se hallaba a oscuras y que lo que vió fue una representación teatral. Pero creemos que cabe la posibilidad de que se trate de la narración de un estado místico de tipo psicológico superior, pues tales descripciones abundan en la casuística de este tipo de fenómenos. El sujeto en ellos pasa de un estado de dolor existencial, un dolor psíquico cercano a su concepto de muerte, hacia un gozo incontenible, la contemplación de los númenos y una profunda apreciación estética de la realidad percibiendo seres o escuchando cantos ambos de belleza extrema. En tales situaciones los cánticos también suelen servir de guía externa al sujeto mientras recorre los mundos hacia los que le ha conducido el trance, evitando así, mediante la manutención constante de un referente externo al tránsito pscológico, extraviarse en la dimensión de las imágenes activadas [6].


NOTAS

[1] Noll, R., “Mental Imagery Cultivation as a Cultural Phenomenon: The Role of Visions in Shamanism”, en Current Anthropology, vol. 26, 1985, 443-461.

[2] Jilek, W., Salish Indian Mental Health and Culture Change, Toronto and Montreal: Holt, Rinehart and Winston, Canadá, 1974, 74-75.

[3] El presente artículo tiene un especial débito al trabajo de Jose Mª Fericgla, del Institut de Prospectiva Antropològica, “La relación entre la música y el trance extático”, Revista El Mercurio. El lector más interesado de un modo general sobre la comprensión del trance extático y la relación de éste con diversas fenomenologías podrá hallar en este autor varios estudios de gran interés.

[4] Son melodías o fragmentos de melodía que se cantan durante largo tiempo sin respirar sobre una sola de las sílabas del texto. Es algo parecido a los elementos ornamentales que, de modo improvisatorio y en ciertos lugares de cierre o cadenciales, realiza el cantante de flamenco.

[

5] Sauneron, S., The Priests of Ancient Egypt, New York, 1960.

[6] Para una mejor comprensión de los referentes culturales egipcios sobre el concepto de música remitimos al lector a nuestros artículos “Formación del concepto de música del Egipto antiguo” y “Algunas deidades egipcias relacionadas con la música” publicados también en el Boletín de Investigación Egiptológica ISIS, ambos extraídos, como el presente artículo, de nuestro trabajo más completo titulado “Aproximación al concepto de música del Egipto antiguo”, publicado en: Arte y sociedad del Egipto antiguo, Ed. Encuentro, Madrid 2000, edición preparada por Miguel Ángel Molinero Polo y Domingo Sola Antequera (coordinadores)

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