Es interesante destacar que ya el feto presenta estados de actividad y reposo que son cíclicos y se integran con la actividad de la madre, aunque en forma invertida. Esto es cuando la madre está activa el feto generalmente descansa y se activa con el reposo materno.
Después del nacimiento esto se mantiene y se va organizando en ciclos de conciencia que van del sueño a la completa vigilia en períodos de 2 a 4 horas. Es importante para los padres conocerlo en estas distintas etapas y aprender como reacciona al pasar de uno a otro. Desde hace algunos años se han definido estos estados de conciencia en las siguientes etapas :
1) Sueño profundo.- En este estado protegido el niño se puede aislar del medio. Respira en forma profunda y regular. Mantiene los ojos firmemente cerrados y no se mueve. Si lo llega a hacer serán movimientos casi imperceptibles y de corta duración. Las cualidades autoprotectoras de este estado se reflejan en su postura encogida, con las manos cerca de la boca, aislándose del mundo.
2) Sueño superficial o MOR ( movimientos oculares rápidos, en inglés REM).-
Aquí la respiración es más rápida e irregular. De vez en cuando hace succión, con o sin un dedo en la boca. Ocasionalmente hace movimientos como si se retorciera. Puede presentar sobresaltos. En este estado es más susceptible a las influencias externas. Cuando se le despierte estará somnoliento e inquieto o tratará de volver a dormir.
3) Estado indefinido.- Esta etapa de corta duración ocurre cuando está despertando o iniciando el sueño. Durante él se retuerce o se mueve espasmódicamente. Abre los ojos lentamente y los cierra de nuevo adormilado. Puede llorar o gemir pero con poca intensidad. Trata con frecuencia de acomodarse acurrucado pero sus propios movimientos repentinos y descontrolados se lo impiden. Parece desorganizado y en su carita fruncida se traslucen los esfuerzos que hace para pasar a un estado más estable sea el sueño o la vigilia.
4) Vigilia atenta.- Con su cara iluminada y los ojitos bien abiertos demuestra su plena receptividad. Los movimientos son suaves y pueden incluso lograr un propósito, como ser llevar la mano a la boca. Su respiración se ajusta al estímulo. Su disposición a responder se aprecia en su cara y en todo su cuerpo cuando presta atención a un rostro conocido o un sonido interesante. Los padres buscan y lo ayudan a prolongar este estado de vigilia pues es en él cuando logran la mayor comunicación y estimulación del niño. Sin embargo los padres atentos aprenden rápido las señales que significan “basta” cuando está cansado o “aquí estoy” si se siente relegado.
5) Vigilia inquieta.- Con frecuencia este estado sigue al precedente. Los movimientos se vuelven espasmódicos y la respiración irregular. Se aleja del estímulo inquieto y gime de vez en cuando. Hace infructuosos esfuerzos por controlarse. Se revuelve en la cuna y su cara refleja sentimientos de incomodidad. En este estado no puede controlar sus movimientos y su capacidad para tolerar estímulos tanto externos como de su propio cuerpo es nula. Ayudarle a calmarse es un premio para los padres aunque es posible que entre en un estado de llanto incontrolable, que los llenará de zozobra.
6) Llanto.- Existen varios tipos de llanto que con la experiencia, principalmente de la madre, los padres pueden ir conociendo. Los movimientos serán bruscos, pero ligeramente organizados a pesar de su constante actividad. Puede calmarse brevemente, como si escuchara para enseguida reiniciar al llanto con renovados bríos. Lo más probable es que se calme cuando alguien lo tome en brazos, lo meza o lo alimente. Este estado cumple importantes funciones en el niño y requiere la atención de los padres pero estos no deben desesperarse ya que con paciencia y calma aprenderán la mejor manera de consolarlo.