Esta mañana medito la esencia del Âtman que vibra y brilla en mi corazón, que es Ser, Consciencia y Beatitud, la meta de los ascetas paramahansas1, el Cuarto2; Lo que atraviesa en apariencia los estados de vigilia, ensueño y sueño profundo, el Brahman indivisible. Es eso lo que soy y no este agregado de elementos3.
Esta mañana venero Lo que sobrepasa todas las palabras y todos los pensamientos, mas por cuya gracia irradian pensamientos y palabras, Lo que el Veda describe como “no es así, no es así”, Lo que los sabios llaman el dios de los dioses, el no-nacido, el inmutable, el primordial.
Esta mañana saludo a Aquel que es llamado el Altísimo Purusha, la Plenitud, la Mansión eterna que como el orbe solar resplandece más allá de toda oscuridad, Aquello fuera de lo cual nada hay y en el que el universo entero aparece como en la cuerda la serpiente imaginaria
Estas tres estrofas son el sagrado ornamento de los tres mundos y quien las recita cada mañana alcanza el fin supremo.
NOTAS:
(1). La Orden más elevada de los renunciantes errantes quienes, habiendo renunciado al mundo, se considera que han alcnzado la Liberación.
(2). Se trata del estado en el que el âtman realiza su identidad con el Paramâtman o sí universal. Este estado trasciende la causalidad y sólo por analogía es denominado “cuarto” (turîyam), ya que es la realidad inmediata de los tres estados -denso sutil y causal que corresponden al estado de vigila, ensueño y sueño profundo, los cuales son, en su orden respectivo, la manifestación integral de aquel.
(3). Los elementos constitutivos del ser individual, que no sólo abarcan el cuerpo y los órganos sensorios sino también el sentido interno (antahkarana), el cual implica uno u otro de sus aspectos, que son: la mente (manas), el intelecto (buddhi), la memoria (chitta) y el yo empírico (ahamkâra).