El carácter telúrico de la gran Diosa está simbolizado por el árbol sagrado y sus derivados, mástil y columna. El árbol sagrado es a la vez un árbol cósmico y rito de la regeneración vegetal. A veces está asociado a un altar, por ejemplo, en el anillo de Mochlos, donde la Gran Diosa figura en un barco en compañía de un altar y de un árbol. A partir de la iconografía establecida por las gemas y sellos, los árboles rituales cretenses serían la higuera, la palmera datilera y el olivo.
La higuera se impuso por así decir a la conciencia religiosa de los Minoicos probablemente por una muy antigua tradición. Hemos ya expuesto que el estudio de las civilizaciones de la India y de Creta hace aparecer analogías que no pueden ser explicadas más que por marcas comunes a una civilización probablemente ante-ariana, es decir, anterior a la gran emigración indoeuropea. La higuera sagrada aparece hacia mediados del tercer milenio en el centro de la triada caducea representada sobre el sello de Mohenjo Daro. La higuera ahí representa al árbol cósmico. La veneración de la higuera como un avatar de la divina Madre está expandida desde el valle del Indo, a través del Egeo, hasta Roma. Esta árbol habría sido escogido no solamente porque es muy viejo, sino sobre todo a causa de su leche, que constituye una conexión entre este árbol y la madre, debido a la fecundidad.
Es también bajo la influencia de civilizaciones de Asia que la palmera datilera fue considerada en Creta como un árbol sagrado. En efecto, este árbol ocupa a menudo el centro de un gran número de composiciones de la India y de Mesopotamia, donde representa al eje cósmico.
En cuanto al olivo, cuyo excepcional valor nutritivo lo hace precioso para los habitantes del mediterráneo, representa por su follaje siempre verde y la abundancia de su cosecha el poder de la vegetación de dar frutos por inspiración de lo sagrado. Ramas de olivo florido son representadas sobre el fresco de la entrada norte del palacio de Knossos o sobre el contorno de las tazas.
La asociación de la gran Diosa y de el árbol de la vida era conocida en Creta. A ejemplo de Mesopotamia, el árbol era considerado por los minoicos como la morada de la Diosa de la fecundación, de los rebaños, de la agricultura. Un gran anillo de Micenas sobre el cual está grabada una escena cultual nos muestra a la diosa, con la mano bajo su garganta desnuda, reposando bajo el Árbol de la Vida. Porque el árbol es “el lugar de reposo” de la Gran Diosa minoica, como lo era de la madre de Ea, la diosa mesopotamia Baou, divinidad de la abundancia. Así como el anillo de oro de Mochlos nos muestra a la diosa sentada bajo el follaje del árbol sagrado, otros anillos de oro, por ejemplo de Micenas y de Vaphio, muestran que el árbol sagrado estaba integrado en las ceremonias del culto minoico. La palmera datilera sagrada adorna los flancos de un bello vaso de estylo de Kamares encontrado en Knossos. Un molde de terracota del período Minoico Reciente I encontrado en Gournia estaba destinado a reproducir ejemplares miniatura del árbol sagrado. La diosa aparece a menudo bajo el aspecto de su avatar, el árbol, flanqueado de figuras heráldicas que precisan y completan el valor cosmológico. Sobre un sello del período Minoico Medio I, una palmera estilizada sustituye a la diosa, situada en el centro del sello y flanqueada de dos animales enfrentados de pie, del de la derecha parece brotar el Árbol de la Vida. El carácter sagrado de la escena está reforzado por la presencia de dos estrellas situadas detrás de cada animal.
Muy frecuentemente, la Gran Diosa figurada por el árbol lo es igualmente por sus derivados, el mástil y la columna, imágenes del árbol desramado. El carácter religioso de esos objetos derivados del árbol está confirmado por los hechos. Un objeto de terracota del Minoico Medio III compuesto de tres columnas reunidas sobre una misma base está rematado con palomas y es particularmente instructivo, ya que este objeto formaba parte de un lote de figurillas, de cruces, animales, peces voladores, todos de un carácter sagrado, recogidos, como lo habemos indicado ya, en el Santuario del palacio de Knossos. Otro objeto testifica que el árbol-mástil seguía representando a la Diosa en el Minoico Reciente I. Se trata de una terracota encontrada en Hagia Triada que muestra suspendidas en dos árboles las dos cuerdas de un columpio sobre el que se mece la Diosa Madre, acto susceptible de promover la fecundidad.
Volvemos a encontrar la evocación de la Gran Diosa por la alusión del árbol, en las columnas de madera de todos los santuarios minoicos. A veces las representaciones de esos santuarios nos muestran el hacha de doble filo asociada a la columna. Así, en el fresco del santuario tripartita encontrado en Knossos, el carácter sagrado de la columna se manifiesta por las hachas de doble filo clavadas en la parte superior de tres columnas. Un sello cilíndrico encontrado en Micenas establece que la columna era para los minoicos un objeto de adoración.
De todos esos ejemplos, se podría inferir que a la modalidad biológica del árbol sagrado se añadió con el tiempo una entidad espiritual. El árbol repite la creación universal al mismo tiempo que la simboliza.
El árbol de la vida es el prototipo de todas las plantas milagrosas que curan las enfermedades, devuelven la juventud, resucitan. La razón es que esas plantas han sido consideradas como sustitutos de la diosa de la vegetación, y bajo este título, acumuladas por los artistas cretenses del Minoico Medio en sus obras de pintura o relieve. Una tan frecuente intervención del arte vegetal en ese periodo indica que las ceremonias agrarias ocupaban un lugar importante en la vida religiosa de Creta. Tenemos la prueba en la costumbre de sus habitantes de cultivar en sus casas plantas de carácter sagrado, costumbre probada por un fragmento de fresco del museo de Heraclion y por la presencia de escombros de numerosas habitaciones minoicas de vasos agujerados por debajo y que tienen toda la apariencia de floreros. Es entonces evidente que las figuraciones vegetales no son a los ojos de los minoicos simples adornos, sino que significan, sin excepción, la presencia de la Gran Diosa.
Añadamos que en el pensamiento de esos hombres, la vegetación no encarna y no revela lo sagrado sino en la medida en que tiene su correspondencia en el mundo divino. Las plantas por sí mismas no son sagradas, se convienten en sagradas cuando significan una realidad trascendente. Así, al designar la divinidad por sus símbolo en los muros o en los vasos, el artista cretense aspira a alcanzar directamente esa divinidad. Es ella a quien el fiel venera y solicita.
La vegetación, que en su potencia creadora se manifiesta bajo formas innumerables y no se agota jamás, encarna la realidad viva incorporada en las plantas donde el rol de esencias en relación con el carácter naturalista de la Gran Diosa era admitido por los hombres. Son esas plantas que aparecen sobre los pilares de las criptas, en las composiciones de los frescos, en los vasos del culto o funerarios.
El signo de la espiga inciso sobre el pilar de la cripta de la casa sur de Festos representa el fruto de la Madre de los cereales. En ese sentido la desaparición y la reaparición periódicas del grano se comprenden en una prueba de renacimiento. Una tapadera de pyxido en marfil retirada de la tercera tumba de la necrópolis de Minet el Beida, del que se ha tratado en el capítulo precedente, representa a la Diosa Madre minoica portadora de gavillas de espigas que dos cabras
tratan de alcanzar. Grecia, que guarda el recuerdo de lo esencial del culto minoico, le tomará prestado junto con muchos otros símbolos, el de la espiga, mismo que desempeñará un papel muy importante en los misterios de Eleusis.
Entre los motivos vegetales que aparecen sobre los frescos de los santuarios domésticos, sobre los objetos y vasos de culto, citaremos en primer lugar las plantas bulbosas, iris, azafrán, anémona, lis. La germinación en la tierra de sus bulbos y su resurrección anual simbolizaría para los minoicos el poder la Diosa Madre de regenerar periódicamente la vegetación, al mismo tiempo que la vida latente de los muertos y sus esperanzas de regresar sobre la tierra. .
Es el carácter sagrado del Iris y del azafrán el que explica su presencia en las capillas donde los muros están adornados de frescos constelados de estas flores (iris del fresco del pájaro azul y del relieve pintado del Rey Sacerdote, azafrán del fresco del mono azul que se pasea entre ramos de esta planta). Es el recuerdo del carácter sagrado del azafrán el que explica en los ritos eleusinos el empleo de bandas de color azafranado para los iniciados cuando se dirigían en procesión de Atenas e Eleusis. Pero durante la última fase del minoico Medio el motivo indígena del azafrán fue suplantado en los frescos por el papiro sagrado egipcio, emblema de la Diosa de la serpiente del Delta. El mono paseando entre los papiros subraya, además de la adopción de este motivo vegetal por los Minoicos, su adaptación a la técnica egipcia de representación. El empleo del motivo del papiro sobre la cerámica y los objetos de culto aparece solamente en el minoico Reciente I, copiado de los frescos. Regresa muy frecuentemente en el curso del minoico reciente, pero sufriendo estilizaciones más y más acentuadas. Una lámpara de piedra nos permite constatar que su parte superior constituye una elegante adaptación minoica del follaje del papiro.
Las anémonas salvajes, muy frecuentes en las colinas de Creta, forman parte igualmente de las plantas bulbosa a las cuales los minoicos atribuyeron un carácter sagrado. Aparecen sobre un tiesto encontrado en Knossos y forman una muy hermosa banda que corre alrededor del cuerpo de un vaso de Zacro.
El motivo del lis interviene muy a menudo tanto en los frescos como en la ornamentación de los vasos. Se presenta bajo la variedad llamada por Evans « pancratium lily », situado abajo y a la derecha del fresco del pájaro azul. Encontramos de nuevo el lis bajo otra variedad, «Madonna lily », muy esquematizada y combinada con el papiro, sobre la cabeza y sobre el pecho del relieve pintado del Sacerdote-Rey. El mismo tipo de lis se encuentra una vez más sobre el engaste de un anillo de oro de Isopata, donde las danzas rituales tienen lugar en un campo de lis, sobre otro engaste del mismo estilo que el precedente, de esteatita roja, que representa un lis a los pies de la Diosa sentada, y finalmente sobre un fragmento de un recipiente en bronce del tesoro suplementario del palacio de Knossos, cerca de su esquina noroeste. Largas varas de lises floridos cubren toda la superficie de un vaso de Knossos.
El lis tenía el mismo valor simbólico que la flor de loto. Además, el loto egipcio, cuando se estiliza, se parece mucho al lis, y lo mismo ocurre con ciertas variedades de loto indio. El carácter simbólico del loto aparece en Egipto, en Persépolis, en la India. Según Moret, el loto era en Egipto un símbolo de nacimiento y de resurrección. Foucher, por su parte, ha insistido en la importancia de este simbolismo en el arte indio. Es fácil comprender que esta planta de flores suntuosas emergentes haya sido identificada en la India con la matriz materna. Su simbolismos e explica en función de esta acercamiento. Sugería la capacidad de la Diosa de la Vegetación de recoger todas las semillas, de hacer eclosionar y de realizar así la inmensa epopeya vegetal del mundo. Si se retiene por otra parte el hecho de que el fruto del nenúfar es una cápsula redonda de múltiples celdillas y que en la madurez se recoge sobre el fondo por una inversión del pedúnculo donde reviente y deposita sus granos que permanecerán en el vaso hasta el término de su evolución para reaparecer en la superficie del agua con sus hojas nadadoras y sus flores de numerosos pétalos carnosos, es fácil de seguir el proceso del pensamiento egipcio e indio arcaicos que hicieron de esta flor, además de un símbolo de vida, un signo de resurrección. Esta planta, que se reserva celosamente las regiones cenagosas, fue descrita por los indios como surgiendo del lago mítico para permitir al sol posarse sobre ella al mediodía, la hora de la completa expansión de la flor, y fue, en una época muy posterior, considerada por los sirio-fenicios de principios del primer milenio como representación del eje cósmico. El simbolismo oriental de esta planta fue adoptado por los Minoicos como uno de los emblemas de la gran señora de la Vegetación. Además una lámpara del Minoico reciente I, cuyo decorado se inspira en ella, tenemos un tazón de Knossos en el cual el cuerpo es un cáliz de nenúfar blanco.
La asociación agua-vegetación del nenúfar la volvemos a encontrar con la cañao el junco, anfibios como el loto. Ciertos hechos hacen pensar que el simbolismo de las cañas que conservaba eficiencias lunares tienen un origen mesopotamio. En Sumer, la caña es el símbolo de Innin-Ishtar y lel manojo de cañas enrolladas significaba el principio femenino. En un pasado lejano un vestido ritual babilonio, hecho de juncos y de cañas, se convirtió en el atributo de la Diosa cuando era adorada bajo una forma vegetal. Este vestido ritual que, según Przylusji, imitaba el vestido de lana babilonio que los griegos llamaban kaunakes. Habida cuenta del hecho que numerosos temas ys ímbolos nos han ya permitido abordar de cerca el problema de las influencias orientales sobre el pensamiento religioso de los Minoicos, es permitido pensar que el significado religioso asociado al junco y la caña por el culto mesopotámico se haya impuesto a los Cretenses y que hayan hecho de ello un símbolo-ornamento.
La Gran Diosa es venerada también en otras plantas. Su potencia vegetativa continuamente en ejercicio tiene también por equivalentes vegetales las plantas de follaje siempre verde. Entre esas plantas se encuentra el mirto que será, muchos siglos más tarde, consagrado por los romanos a la diosa Venus. Ramas de mirto joven aparecen sobre un fragmento de fresco en Knossos. En cuanto a la hiedra es por excelencia la planta sagrada de los Minoicos. Está presente en las pinturas murales, por ejemplo, sobre el fragmento del fresco del mono que se pasea entre los papiros y regresa frecuentemente sobre múltiples objetos de culto. Está representada bajo dos variedades: una de tallos rampantes y hojas dentelladas (vaso de Palaikastro), la otra de tallos trepadores y ramas floríferas con hojas en forma de corazón, como las que presenta frecuentemente el arte minoico (lámpara de porfirio de Palaikastro, lámpara igualmente de porfirio de la Casa sudoeste de Knossos, vasos). Son las pequeñas flores en umbela de hiedra que parece tener en sus m
anos y llevarlas sobre la cabeza la Gran Diosa representada en un molde de Siteia. El culto de la hiedra fue retomado por los griegos y se convirtió en el símbolo de Dionisos hasta en pleno período clásico.
Entre las otras flores representadas sobre los muros y vasos minoicos citaremos el escaramujo, o rosal salvaje, en el que el artista, por razones sin duda estéticas, ha modificado el aspecto representando sus hojas en grupos de tres y añadiendo un pétalo a sus flores, seis, en lugar de cinco, las violetas amarillas (fresco de Haghia Triada) y sobre todo la margarita. Podría ser que esta flor que aparece sobre numerosos vasos de Festos y Knossos haya tenido relación con el sol, como en el relieve de basalto encontrado en Tell-Halaf, acualmente en el Museo Nacional de Alepo, donde el disco del sol está colocado sobre un dosel adornado de margaritas estilizadas. La margarita se presenta en el arte minoico a veces con flores unidas, pero más frecuentemente sus flores blancas están abiertas y rodean un disco de flores tubulares amarillas . Se les encuentra a menudo bajo esos dos aspectos representadas en cerámicas policromadas de Knossos y principalmente de Festos.
Tal vez faltaría añadir a esas plantas sagradas de los minoicos la adormidera, en la que el fruto en forma de cápsula contiene diversas substancias narcóticas. Estas propiedades le valieron ser considerada por los minoicos como un símbolo de la inmortalidad. Una estatua femenina de Gazi lleva sobre la cabeza cápsulas de adormidera, con las cuales la Reina de los Muertos duerme a los seres al término de su vida, antes de llevarlos bajo tierra, para despertarlos, cuando llegue su tiempo, a una nueva existencia.